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Acupuntura | medicina tradicional china


Antecedentes

Ciencia milenaria que data desde hace más de 5000 años, que circunscribe al hombre dentro de una cosmovisión integral, con una conexión y un vínculo indisoluble con la totalidad del ser.
Al encontrarme elaborando este escrito, pude comprobar la limitación de las palabras para  de transmitir la sabiduría y grandeza de esta tradición, de esta poesía; aquellos grandes observadores y estudiosos del cuerpo humano y de los desequilibrios a los que éste puede caer  tanto por factores patógenos externos así como internos.


En aquellos tiempos no existían los tomógrafos ni los equipos de rayos X, lo cual remarca aún más la grandeza de los descubrimientos acerca del recorrido de los canales y meridianos por los cuales circula la energía y distribuye a todo el cuerpo, nutriendo a órganos y vísceras con una precisión perfecta, más allá de lo que aún hoy en día hemos podido dilucidar acerca de la  actividad  celular.

Sin embargo, para la medicina oriental, los conceptos de salud y enfermedad no se basan únicamente en los síntomas que presenta el paciente, sino en el  estudio y diagnóstico de la totalidad de factores físicos, psíquicos y emocionales a los que ha estado expuesto el paciente, cuya manifestación última será en  el cuerpo físico.

Sí, así es, la enfermedad nace primeramente como un desequilibrio sutil, lo cual con el tiempo si no es rectificado, puede profundizarse y crear un estancamiento o bloqueo en el flujo de las pulsaciones a las que nuestro cuerpo trabaja y se comunica con cada uno de los órganos y sistemas. Aún en la fisiología moderna, está descrito en los libros cómo a partir de nuestro sistema nervioso central emana una pulsación llamada potencial de acción, con la cual la célula se prepara para realizar sus funciones de alimentación y eliminación, poniendo en marcha un complejo mecanismo de receptores y mensajeros que se encargan de entregar la información a las siguientes células a través de neurotransmisores y así sucesivamente, hasta integrar a las demás células, órganos y sistemas dentro de ese concierto de información y vida.



Consecuentemente, la acupuntura es una ciencia que no tiene nada que ver con la casualidad, que reconoce al cuerpo humano como una unidad biopsicoenergética y que puede contribuir a corregir desequilibrios en nuestro campo vital, revirtiendo en muchos casos la causa primaria.
Recordemos por un momento que la palabra enfermedad en realidad significa “desequilibrio”, y que cuando este rebasa la capacidad del cuerpo de compensar, lo que en la medicina occidental llamamos homeostasia, entonces sobreviene  la enfermedad.

La primera pregunta que me hacen muchas personas es qué tipo de enfermedades se pueden tratar con Acupuntura, y yo siempre respondo que cualquiera que aqueje al hombre y que lo aleje de su verdadera esencia, ya que el hombre no ha venido a sufrir enfermedades o a purgar culpas, sino que el hombre es presa de sus propias limitaciones, de sus pensamientos y sus acciones. Todos estos pueden ser rectificados y transformados en pensamientos y actitudes creativas, positivas y productivas y con ello contribuir a la sanación de la mente y por consecuencia del propio cuerpo.

Existen otras situaciones que ponen en peligro la vida de una persona, como el caso de un infarto, un accidente cerebrovascular o una cetoacidosis diabética; en estos casos, el tratamiento es competencia en primera instancia de la medicina de urgencias dentro un medio hospitalario, por lo que estas situaciones merecen un apartado distinto.

Sin embargo, una vez estabilizado el paciente, puede ser manejado con Acupuntura para mejorar su perfil glicémico, con el par biomagnetico o una combinación de varias disciplinas, con resultados sorprendentes.

Dentro de la perspectiva de la Medicina tradicional China, también se utilizan tinturas herbolarias, enfocadas a contribuir a disolver los desequilibrios que se generan, cuando el equilibrio se rompe. Los factores patógenos que se manifiestan en el cuerpo, pueden ser de índole yin (frío) o Yang (calor), y a partir de estas dos energías que son las que posibilitan la vida tal y como la conocemos, cuando éstas 2 entran en conflicto, entonces sobrevienen enfermedades por excesos o deficiencias.

Para ejemplificar este concepto, digamos que un paciente consulta porque hace 3 semanas inició con un cuadro gripal con escalofríos, dolor de cabeza, dolor de garganta, fiebre de 38C, astenia y adinamia. Consultó con su médico familiar, el cual al auscultarlo  encontró la faringe hiperémica  sin descarga nasal. El paciente manifiesta que al salir de una fiesta, sintió una ventisca fría y no  no se cubrió. Al día siguiente comenzaron los síntomas descritos. Su médico le prescribe un curso de antibiótico por 7 días, un antitérmico y reposo por 3 días. Después de esto, el paciente se comenzó a sentir mejor, volvió al trabajo, concluyó con el tratamiento prescrito, pero al cabo de 10 días se comenzó a sentir mal, sólo que esta vez el cuadro se presenta más florido, fiebre de 39C, tos seca, cefalea intensa, dolor en el pecho, y a la auscultación se le escuchan estertores crepitantes a nivel de hilios pulmonares. En este caso, el paciente fue manejado por la corriente convencional, mal diagnosticado ya que su cuadro inicial probablemente era de etiología viral, a lo que un antibiótico no tiene ninguna utilidad, pero más allá de esto, no se toman en cuenta los factores patógenos como el frío que sintió al salir de la fiesta, lo cual nos indica que se trata de un Síndrome agudo tipo Yin, que al no ser manejado como tal, vence las barreras de defensa, se interioriza y se transforma en Yang (fiebre), y al prescribirse antibióticos (que son de naturaleza Yang y además agotan el Yin), todavía se profundizó más, por lo que al paso de los días se genera un cuadro de bronquitis con un Síndrome Yang por exceso que en esta ocasión probablemente no sea tan fácil manejar como si se hubiera dispersado el frío con agujas desde un principio. Este es un claro ejemplo de la diferencia entre  la tradición China o el manejo convencional alópata. Aquí también hubiéramos podido auxiliarnos del par biomagnético y aceites esenciales, para confeccionar un tratamiento integral.

Podríamos continuar hasta escribir un libro, pero me parece interesante que puedan darse una idea de lo simple y a la vez de lo maravilloso que es manejar un desequilibrio con un enfoque totalmente natural, aplicando la lógica y la observación de un cuadro infeccioso muy frecuente.

A continuación, algunas imágenes que ilustran los resultados obtenidos en investigaciones sobre la localización de puntos acupunturales, así como una ilustración sobre estímulos dolorosos tomados en tomógrafía de tiempo real y las estructuras involucradas en el encéfalo, así como mediadores químicos involucrados en la respuestas eferentes y aferentes del SNC.



Figura:  Primer Micrografía de un Acupunto. Un corte de piel de la yema de un dedo, teñido, fijado y preparado para ser observado por microscopio; se distinguen 5 estratos de la epidermis, y los 2 de la dermis (papilar y reticular) que conforma el tejido conjuntivo, muy vascularizado e inervado; en general, entre los estratos basal y papilar, se encuentran situados los acupuntos.


Figura 4-2; mapas de activación cortical resultado de una estimulación de dolor, y una estimulación de dolor+acupuntura, respectivamente. Una reducción significativa se observa en las cortezas cinguladas y el tálamo (derecha).



Figura 4-4  Tres modalidades de flujos de salida, como resultado de Acupuntura/ estímulo. I, rutas eferentes, por acupuntura o estímulo vagal eferente (EV). II, rutas eferentes por acupuntura o estímulo vagal aferente(AV). III, rutas eferentes por acupuntura o estímulo somático aferente. Eje hipotálamo-pituitaria-adrenal; respuesta inmuno-neural, TNF-alfa, IL-beta, HMGB-1.



Figura 4-5 Cuatro flujos o señales de entrada pueden participar en el stress inducuido al eje hipotálamo-pituitaria-adrenal: estímulo sensorial (somático o por vía vagal), cognitivo/emocional (área prefrontal y sistema límbico), quimiocensado por la vía sanguínea (área circumventricular), y el componente integrador (vía el hipotálamo). Estas señales se estiman son proyectadas al núcleo paraventricular (la zona parvocelular medial) del hipotálamo, el cual generaría entonces los subsecuentes flujos de salida.